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Cuenta la Profesora Susana Stillo: “Otro recuerdo del barrio era que pasaba por ejemplo el vendedor de barquillos, con un gran recipiente, que ha sido descrito por algunos literatos nuestros, el barquillero, que era la novelería para nosotros porque su recipiente lleno de barquillos terminaba en una ruleta y entonces la tiraba, costaba determinada cantidad de dinero, muy poquito, y entonces a veces teníamos la suerte de sacar unos cuantos barquillos, ahí fue una forma de probar suerte.
También pasaba un vendedor de fainá, que con un tacho anchísimo, se lo ponía encima de la cabeza y de una manera un poco confusa anunciaba su llegada. Y ahí nosotros salíamos, las veces que nuestros padres nos compraban algún trozo de ese fainá, algunos con pimienta y otros sin ella, y también pasaba el verdulero y paraba en las diferentes casas que le compraban, era la época todavía de algunos vendedores ambulantes. Bueno venía el lechero, casa por casa con los característicos casilleros de metal y las botellas que algunos conservamos. La Cervecería Oriental repartía hielo, y cerveza en carros tirados por caballos.
El jugador de fútbol, Sea, el vasco Sea también hacía reparto de hielo en Atahualpa.
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